literature

El frio es parte de mi... y tu tambien: Cap. 12 B

Deviation Actions

Silence-sVoice's avatar
Published:
763 Views

Literature Text

En cuanto oí a Black Jack llegar, supe que él y Elsa se iban a ver. Supe que mis intentos por protegerla iban a ser en vano. Pero al menos lo había intentado.
Mi corazón se encogió en cuanto me habló de Jack Escarcha. ¿Cómo se iba a sentir cuando supiera que aquel en quien ella creía había sucumbido a la oscuridad, y llevado hasta ella a incontables víctimas? Y, peor aún, ¿qué iba a hacer él con Elsa? Por una vez en mucho tiempo, sentí miedo. El amor, ciertamente, es debilidad…
A mi alrededor, como siempre, no había nada. Nada más que dos jóvenes perdidos. “¿Cómo hemos llegado hasta aquí?” Me hice esa pregunta tantas y tantas veces, a pesar de haberlo presenciado yo misma. El fin del mundo. Sonaba tan dramático y, en realidad, había sido tan fácil; previsible incluso…
La confianza y la fe dejaron de existir. Ya no había nada en lo que apoyarse más que uno mismo. Esto solo hizo que el miedo y la desconfianza crecieran cada vez más. Con ellos la guerra, las muertes diarias… Resultó tan fácil.
Los guardianes se extinguieron. No solo porque nadie creyera ya en ellos, sino porque los ideales que representaban, ilusión, alegría, esperanza… simplemente ya existían. Incluso los cuentos en los que se les recordaba se convirtieron en objeto de mofa. ¿Cómo iba a haber alguien que repartiese regalos por placer? Y Jack Escarcha… Jack Escarcha luchó, mentiría si dijera lo contrario. Pero también él era, hasta cierto punto, humano. Su amor por Elsa fue lo que acabó con él.
La había abandonado, en principio, por su propio bien, para que conociera la felicidad en lo que él pensaba que era su destino. Decidió no volverla a ver nunca, pero su corazón era débil. Pasaron diez años. Los años más largos de toda su existencia. Se dijo que verla feliz con otro hombre no podía causarle más dolor que no saber nada de ella. Por primera vez desde el día en que la dejó, se acercó a Arendelle. Nunca debió hacerlo.
Anna y Kristoff reinaban ahora, pero incluso Anna había cambiado. Ya no era la joven dinámica y positiva que Jack había visto tras los cristales en sus visitas furtivas a Elsa. El joven advirtió también que todos y cada uno de los habitantes del reino vestían siempre con al menos una prenda de color negro. ¿Y dónde estaba Elsa?
Muerta. Nunca regresó de su misterioso viaje. Nunca encontraron su cuerpo.
Jack la buscó. La buscó por todo el mundo, en cada rincón, y pidió la ayuda de todos los guardianes… Nada. Sólo hubo una persona capaz de darle una respuesta.
- Elsa ha abandonado este mundo, Jack. Se ha ido para siempre.
Fue Pitch. Su esencia, que cada vez se hacía más fuerte, hasta el punto de poder hablarle a Jack. Siempre quiso formar un equipo con él. Supo aprovechar su oportunidad.
Aunque trató de sobrellevarlo, al final, Jack Escarcha cayó con el resto de la humanidad. “Fue mi culpa. Todo mi culpa. Quise dárselo todo… Y solo se lo quité. Lo siento tanto, Elsa…”.
No podía morir. Sólo había una forma de olvidar. Una forma de enmendar un corazón roto: Pudrirlo.
- Acepto, Pitch.
Y así, el último de los guardianes perdió la esperanza en los humanos, en los niños, en sus sueños, y en sí mismo. Aquello que sembraba el miedo se encarnó en Jack, cambiándole para el resto de la eternidad.
La única razón por la que yo no caí también en sus redes es porque, a causa de mi poder, siempre he conocido la debilidad del hombre. No me sorprendió verlos caer uno detrás de otro, esta vez de forma definitiva. En cierta forma, siempre supe que ese día llegaría. No había esperanza que perder. Sólo aquella en mí misma y, aunque sólo fuera por testarudez, me propuse no hacerlo. Eso me hacía demasiado poderosa frente a quien ahora se hacía llamar Black Jack y, por lo general, me dejaba estar. ¿Qué más daba que solo quedase una criatura suelta por ahí? Nada podía hacer ya. Y tenía razón.
Ni siquiera cuando traté de ayudar fui capaz de hacerlo. La insistencia de algunos necios en pedirme ser salvados con deseos no mostraba más que su incapacidad por luchar y creer por sí solos. Supe que lo mejor que podía hacer era cerrar los ojos y despertar cuando el mundo ya no existiera, cuando la locura hubiese pasado.
Y aquí estoy. Aunque esa locura todavía asfixia, todavía grita en el silencio. Pero, ¿a dónde ir?
Miré con pena hacia los dos enamorados que tenía delante. ¿Cómo era posible? ¿Cómo era posible que el amor existiera ahora, después de todo, después de tanto que se había perdido? Y, encima, entre aquellos dos… Enamorada del Rey de la Destrucción. No tenía ningún sentido. Pero, muy a mi pesar, he de admitir que encontraba belleza en aquello.
No, no podía permitirme amar de nuevo. No podía albergar esperanzas en lo que ya estaba perdido. Si no, volvería a ser vulnerable, lo volvería a perder todo… otra vez. No tenían futuro, y todos lo sabíamos. En cuanto Black Jack despertase, su actitud haría cambiar de parecer a Elsa, estaba segura. Le volvería a odiar…
Pero vi cómo le acunaba entre sus brazos, cómo lloraba y, peor aún… Cómo sonreía. “No le importa”, pensé “No le importa en lo que Jack se ha convertido… Aún le ama.”
Sólo entonces, después de lo que habían parecido siglos, la escuché. Mis ojos relampaguearon con el conocimiento que me transmitió.
- Te estás quedando conmigo… Eso es imposible, Luna.
Pero, ¿qué era imposible para Ella?
Quizá lo que más me sorprendía era que ella aún estuviese viva, despierta. ¿Para qué, si no había a quien amparar, a quien escuchar o cuidar? La respuesta fue clara. “Jack”
Después de tanto tiempo, después de todo lo que había hecho… Ella aún le daba otra oportunidad. Había estado ahí siempre, sólo que nosotros no lo sabíamos… Elsa era su oportunidad.
- Les habías concedido su deseo desde el principio… Sólo hacía falta… Que estuviesen dispuestos a amarse de verdad, pasara lo que pasara. Que renunciaran a sí mismos por el otro…
“Para siempre”, oí decir a Elsa. Sólo ahora lo habían hecho. Jack renunció a su propia felicidad por ella, y ahora había sido capaz de vencer lo que ya formaba parte de su esencia por amor a ella. Y Elsa se sentía capaz de amarle sin importar las circunstancias; sabiendo que, en el fondo, Jack Escarcha seguía ahí.
- Oh, Luna…
No me lo podía creer. Supe que aún me quedaba una misión, una razón para existir. Y era conseguir que ellos estuvieran juntos, que se cumpliera su deseo. De mí dependía que la humanidad brotara de nuevo.
Y sentí cómo el mundo empezaba a cambiar, comenzando por mí misma. La esperanza y la fe volvían a existir.
- Gracias. - susurré.
----
Sabía que ya era tarde pero, aún así, con Jack entre mis brazos, no pude evitar desear una vez más un futuro juntos. En ese futuro estaban Anna, Kristoff, Sven, Olaf… Pero no podían ver a Jack. A mi Jack. Y, por una vez, ya no me importaba. Porque estábamos todos juntos. Juntos y a salvo, lejos de este lugar que aún me costaba asimilar que fuera real.
No me importaba siquiera que hubiese tenido que envejecer junto a Jack. Ahora sabía que, si él había sido capaz de amarme hacía tan solo unos segundos a pesar de lo mucho que había cambiado y del tiempo que había transcurrido, también me habría amado cuando estuviese llena de arrugas. Quizá incluso después de morir, él habría llevado mi recuerdo consigo, manteniéndome viva de algún modo. Sonreí. Sabía que así era.
Cerré los ojos, abrazando esa vida que veía en mi mente, al tiempo que me convencía a mí misma de que no me importaba que no se fuera a cumplir. “Jack está aquí”, me recordé “.Me ama, de una forma u otra, pero me ama. Es suficiente… Le quiero.”
Sentí la respiración de alguien a mi lado y abrí los ojos, sobresaltada. ¿Ya había despertado Jack? Pero no, sus ojos seguían cerrados. Su expresión era tan dulce… De no ser por sus oscuros cabellos, habría pensado que todo el episodio anterior no había sido más que un mal sueño.
Me giré y era Elohim, de cuclillas a mi lado. A nuestro lado.
- Aún le amas, ¿no es así?
Aparté la vista. Supe que me iba a reprender, pero me daba igual.
- Sí. – respondí, con firmeza.
Eché un vistazo a su rostro, y me sorprendí. Sonreía. Por primera vez, noté algo distinto en ella. Ese sentido práctico e incluso frío que la caracterizaba la había abandonado. En su lugar, había calidez.
- ¿Hasta qué punto? – me dijo
- No te vamos a hacer ningún daño, Elohim, si es eso lo que temes. Déjame, por favor. – no necesitaba que me provocaran ahora mismo. No sabía cuánto tiempo me quedaba para sostener a Jack así, entre mis brazos, sin que opusiera resistencia; como en los viejos tiempos.
Ella sonrió de nuevo, y acercó la palma de su mano a mi frente. Titubeé, insegura de sus motivos. Mi reciente amiga puso los ojos en blanco, ante mi constante falta de confianza en ella. Sonreí ante aquel gesto y dejé que hiciera lo que fuera que quisiera hacer, pero atraje a Jack más cerca de mí, por si acaso.
De pronto, dejé de verles a ella y a Jack. Ni siquiera podía sentir el suelo bajo mis pies o a él entre mis brazos. ¿Dónde estaba?
Todo estaba borroso pero, aún así, reconocí el lugar. Era mi hogar. El castillo de Arendelle. En eso distinguí a una joven vestida de azul, con el pelo claro y trenzado. “Soy yo” comprendí, con sorpresa. Me movía lentamente por una de las salas de palacio.
- ¿Jack? – llamaba - ¿Jaaack? ¡No te escondas, sabes que te voy a encontrar!
Mi otra yo se reía, divertida. Mientras me entretenía buscando tras los muebles, oí una voz, familiar.
- ¡Está aquí! ¡Lo he encontrado!
“Anna.”
Corrí hacia su voz.
- ¡Ja ja JA! – Anna reía como una pirata. Era tan adorable - ¿Creías que podrías escapar, eh?
Jack reía con voz grave.
Al fin, torcí la esquina y allí estaban. Anna le sujetaba con fuerza por un brazo, impidiendo que se escapara. Jack estaba de espaldas a mí, de modo que no podía verle el rostro.
- Vale, vale, me has pillado. ¡Me rindo!
Mi otra yo se cruzó de brazos, fingiendo aires de superioridad.
- ¿Dónde le has encontrado, Anna?
Ella puso los ojos en blanco.
- Detrás de la cortina.
- Buff… Qué poco original…
- Pero ha funcionado, ¿no?
Al fin Jack se dio la vuelta. Tomé aire aunque nadie, ni siquiera mi doble, me oyó. Jack estaba más alto, fornido y… distinto. Su pelo era distinto. No estaba tan oscuro. Aún así, lo único con lo que me quedé es que era… más mayor.
- ¿Me das la revancha? – alzó una ceja, y su sonrisa torcida se extendió a lo largo de su cara. Había vello en sus mejillas.
“Jack…” suspiré. Era él. De algún modo, era él. El de siempre.
La otra Elsa alzó también una ceja, imitando su expresión.
- Cuando quieras…
Sin más explicación, Jack me agarró por la cintura y, entre risas, nos besamos. Anna juntaba sus manos a la altura de la mejilla, suspirando.
- Te quiero.
- Te quiero.
Desperté.
Elohim volvía a estar frente a mi cara, retirando su mano. Jack estaba sobre mi regazo. Su pelo era negro una vez más.
- ¿Qué ha sido eso? – jadeé.
¿Me había transportado? No podía haber sido un sueño, parecía tan real… Pero, ¿a dónde, cuándo? ¿Cómo?
- Es el futuro. – explicó
Abrí los ojos de par en par, confusa.
- ¿C- Cómo? Esto es el futuro.
- Ahora ya no.
- No lo entiendo. - Si esto era una broma, era de pésimo gusto. – Pero si Jack… Jack era más mayor, era un adulto. Todos lo éramos. Y eso… Eso es imposible… Y Anna, ¡Anna podía verle y tocarle! - La fulminé con la mirada. – Elohim, no te pases. Dime qué es lo que has hecho.
Ella no pareció inmutarse. Se sacudió los hombros, despreocupada.
- Te he mostrado la visión que acabo de tener. – vio que mi expresión no cambiaba, y pareció molestarse – Si fueses un poco lista, comprenderías cómo puede llegar a cumplirse.
Iba en serio. Repasé nuestras opciones, con el ritmo de mi corazón acelerándose por segundos.
- ¿Tú? – susurré, al fin. – Tu magia, quiero decir… ¿Es capaz de devolvernos lo que hemos perdido? ¿Es capaz de darnos… eso?
Temí que se enfadara por mencionar siquiera la posibilidad de pedirle un deseo, después de todo lo que me había contado, pero no se me ocurría ninguna otra opción.
Elohim rió, tratando de ocultar la amargura que alcancé a ver en sus ojos.
- No Elsa, sabes que yo no puedo hacer algo así. No sin que haya peores consecuencias. Pero hay alguien más poderosa que yo que sí que puede.
Miró arriba. Luna llena. Sacudí la cabeza con fuerza. No quería considerarlo siquiera.
- No. Ya lo intentamos una vez y mira dónde hemos acabado. La Luna no siempre escucha. A nosotros no nos escuchó.
Mi amiga sonrió y, lentamente, desgranando cada palabra, murmuró:
- Sí que lo hizo, Elsa. Sólo teníais que ser capaces de apreciar lo que se os concedía. Y, bueno… De demostrar vuestro amor, por así decirlo.
Abrí los ojos de par en par.
Podíamos hacerlo.
Estar juntos para siempre.
Nuestro deseo ya se había concedido. Pero, ¿cómo?
“Demostrar vuestro amor.”
¿Demostrar nuestro amor?
Y, como en un sueño, me llegaron las palabras de Olaf… “Un acto de amor verdadero”.
Elohim me giñó un ojo y se alejó, dándonos intimidad.
¿De verdad era… tan… fácil?
Miré a Jack. A mi Jack. Las lágrimas ya rodaban por mis mejillas. Traté de mantener las imágenes que acababa de ver en mi mente, pero no fui capaz. Los recuerdos me inundaron uno tras otro. Cuando nos conocimos, en mi palacio de hielo. Cuando ambos temblábamos, al darnos nuestro primer beso. Cuando reíamos, cómplices de una misma fechoría al vernos en secreto en Arendelle, sin que Anna ni nadie pudiese sospechar nada. Cuando nadie más que yo sabía que Jack caminaba de mi lado al ir por el reino, y me dolían las tripas al tratar de reprimir las carcajadas de ver las tonterías que hacía y que nadie más  era capaz de ver. Cuando habíamos llorado en los hombros del otro, poniéndole nombre a los hijos que nunca tendríamos e imaginando las trastadas que harían con la nieve. Cuando nos jurábamos amor eterno y confesábamos el miedo que sentíamos de perdernos el uno al otro.
- Nunca te dejaré marchar. – susurré a escasos centímetros de su boca. – Te adoro, Jack Escarcha.
Y dejé que mis labios se apoyaran sobre los suyos. Aunque estaban más fríos que nunca, eso no tardó en cambiar. Poco a poco se volvían más cálidos. En pocos segundos, sentí sus dos manos sobre mi rostro, acariciando mis mejillas. Me detuve un segundo para abrir los ojos.
Black Jack ya no existía.
Los ojos que estaban frente a mí eran cálidos. No eran azules, sino marrones. Al igual que su pelo. Sabía por qué era de modo que, en vez de escandalizarme, me eché a llorar y a reír a partes iguales. Era verdad. Todo. Luna nos había escuchado. Olvidé el tiempo transcurrido, el dolor sufrido, y sólo alcancé a pensar. “Gracias.”
- Elsa… - su voz era tan tierna, tan dulce…
- Jack. – yo sonreía de oreja a oreja, y él hizo lo mismo. Había recuperado su sonrisa.
Me lancé hacia él, besándole con más fuerza que nunca y sin dejar de reírme. Jack también reía, pero sin saber bien por qué. Esto me divertía más aún. Atrajo mi rostro hacia el suyo, comprendiendo que ya no le tenía miedo ni guardaba rencor. Yo pasé una mano por su espalda, empujándole hacia mí, y enrosqué los dedos de mi otra mano en su pelo, suave. Le adoraba.
Por un momento, dejé sus labios y me eché un poco hacia atrás, tratando de mirarle bien. Era tal y como él se había descrito. No hacía mucho que había recobrado su memoria, la de su vida anterior. Éste era su aspecto de humano. Era precioso.
Jack notó cómo le miraba, y supo que algo había cambiado. Tomó mi mano.
- ¿Qué… Qué es lo que pasa? ¿Tengo algo? ¿He..? ¡¿He cambiado?!
Se emocionó y se levantó de un salto.
- Sí, pero no como piensas.
Él se giró hacia mí, asustado. No pude contener la risa.
- ¿Qué significa eso, Elsa?
Supe que temía haber cambiado a peor. Para tranquilizarle, transformé parte de la nieve que pisábamos en hielo. Era claro y puro, como el cristal. Se veía nuestro reflejo en él.
Jack miró hacia abajo para ver mi creación… y descubrió la de Luna.
Saltó hacia atrás, sorprendido, y se palpó la sudadera, que volvía a ser azul.
- No… No puede ser… - murmuró, tocándose la cara y el pelo.
Corrió hacia su bastón. Aunque lo apretó con ambas manos, pude ver que ya no sentía nada. Se había vuelto un bastón cualquiera. Trató de volar, pegando inútiles patadas al suelo. Incluso comenzó a dar saltitos, pero nada. Fui incapaz de reprimir una risita. Gesticuló primero con una mano, y después con ambas, vigorosamente, pero no logró sacar ni un solo copo de nieve.
Una vez que se hubo dado por vencido, me miró a los ojos y, aún sorprendido, pero con una sonrisa extendiéndose por su rostro, dijo:
- Elsa… ¡Soy humano! ¡Humano otra vez!
Le devolví la sonrisa, y asentí. Jack se acercó entonces a mí y me abrazó con delicadeza y ternura.
- Elsa… - su voz se quebró. Traté de mirarle, pero ocultó el rostro en mi pelo. Supe que lloraba. – Perdón. Soy el mayor de los idiotas por haberme rendido y haber consentido que todo esto ocurriera, por…
Lo callé con un beso.
- Shh… - posé mis manos a cada lado de su cara y sequé sus lágrimas, acariciándole con los pulgares – Soy yo la que debe de pedir perdón… De no haber sido por mí, tú no habrías sufrido tanto ni habrías caído en la oscuridad. Lo siento, Jack.
Apoyamos nuestras frentes de modo que la punta de nuestras narices se rozaban. Cerramos los ojos, sosteniendo las mejillas del otro, en paz por fin.
- Buenooo… - se oyó una tos forzada.
Abrí los ojos, desconcertada. Había olvidado por completo el mundo que me rodeaba, y que Elohim seguía esperando. Esta vez sí, bajé la vista, avergonzada.
Jack parecía sentirse igual, pero de forma exagerada.
- Esto… - vi que se frotaba la nuca, como hacía siempre que estaba a punto de decir algo que le costaba poner en palabras – Yo… Siento todas las veces en las que te ataqué, congelé tu casa - Jack me echó un vistazo rápido que casi no alcancé a ver, y añadió rápidamente - … y demás. Lo siento mucho, de veras.
- Ahora no hay tiempo para eso.
La respuesta de Elohim había sido tajante. De pronto, fui consciente de la tensión que se acumulaba en el ambiente. Con espanto, vi que su expresión cambiaba por completo. Sus ojos de color ámbar destellaron con luz propia, hasta que su fulgor impedía mirarlos directamente. De la maga parecía emanar la misma energía electrizante con la que había derribado al monstruo, con la que había derribado a Jack. Me temía lo peor. Pude ver que incluso Jack estaba sorprendido.
Me puse frente a él de forma defensiva.
- ¡Elohim! ¡Por favor! Te acaba de pedir disculpas. Él no sabía lo que hacía, estoy segura de que lo sabes. Por favor, ¡no lo hagas!
Jack me puso una mano en el hombro. Pensé que trataba de apartarme por mi propio bien pero, en cuanto nuestras miradas se cruzaron, supe lo que trataba de decirme. El Yogui no estaba intentando herirnos… Nos intentaba proteger.
Entonces, volví a ser consciente del silencio opresor que caracterizaba a aquel lugar. Porque ahora parecía incluso gritar. Se había vuelto insoportable. Me pitaban los oídos. Vi cómo el manto blanco de almas descendía… También ellas caían, derrumbadas por el dolor.
No…
No era dolor…
…Era miedo.
Me estremecí.
“No. Otra vez no.”, pensé. Pero ya no había nada que pudiese hacer.
Ésta es la primera parte del final alternativo de :iconagonn: En teoría, se dividirá en 3 capítulos, aunque no todos serán igual de largos que éste. ;) ¡Esperamos que os guste!

Anterior
Siguiente
Capítulo alternativo (por :iconsilence-svoice:)

----

Personajes:

Elsa, de Frozen (c) Disney
Jack Escarcha, de El Origen de los Guardianes (c) Dreamworks
Elohim / El Yogui del Norte - de nuestra creación. ;P
© 2014 - 2024 Silence-sVoice
Comments1
Join the community to add your comment. Already a deviant? Log In
agonn's avatar
El final alternativo tan esperadoooooooooo wiiiiiii :D se ve genial verlo ya en la pagina